domingo, 4 de junio de 2017

Historia del Señor de QOYLLORRIT’I y Marianito Mayta



La Festividad de Qoyllorit’i es monumental porque congrega a miles de personas de todas las sierras del sur, además del Cusco. Para ellos el peregrinaje es obligatorio por lo menos una vez en la vida (que mejor si son tres). Qoyllorit’i es un Santuario ubicado en el Paraje de Sinak’ara, en el distrito de Ocongate, provincia de Quispicanchis, Región Cusco, a una altura cercana a los 5.000 m.s.n.m.


CREENCIAS
Los pobladores del distrito de Ocongate (Quispicanchis), en el departamento de Cusco, realizan un rito cuyo símbolo externo es la imagen de Cristo, pero su objeto de fondo es la integración del hombre con la naturaleza.
El ritual, asociado con la fertilidad de la tierra y con la adoración a los Apus (cerros, dioses tutelares), forma parte de una de las fiestas de naciones indígenas más grande de América. La ceremonia principal se realiza al pie del nevado Ausangate, el ritual consiste en una peregrinación de pastores, comerciantes y curiosos que se reúnen en el santuario de Sinak’ara. Según la creencia, el Niño Jesús, disfrazado de pastorcito, se le apareció a un niño indígena, Marianito Mayta, y ambos se convirtieron en amigos. Cuando los padres los encontraron vestidos de ricos atavíos avisaron al párroco del lugar, Pedro de Landa, quien intentó capturarlo pero sin éxito, pues en el lugar del Niño apareció una piedra. Marianito murió de inmediato y la imagen del Señor de Qoyllor Ri’ti se fijó sobre la roca.


HISTORIA
La historia del Taytacha de QOYLLORRITY comienza en los años 1780 aproximadamente, en la localidad de MAHUYANI del Distrito de Ocongate, donde vivía una familia de apellido MAYTA, quienes tenían 2 hijos, el primero de ellos de 18 a 20 años de edad, y el menor de 12 a 14 años, este último llamado Mariano, quienes apacentaban sus ganados y además vivían solos en la cabaña situada en la hoyada de Sinak´ara, al pie del nevado de Qolqepunco; conforme pasaba el tiempo, el hermano mayor abandonaba continuamente a Marianito, es por ello que él decide ir a comunicar tal situación a su padre en Mahuayani, pero cuando iba por medio camino, su hermano lo encontraba y lo regañaba, además de acusarlo de desobediente y ocioso, con su padre, por lo que Marianito era regañado y volvían a la cabaña, pero la historia se repetía, y volvía a dejarlo solo, es cuando Mariano decide transmontar el nevado para que su hermano no lo encuentre a medio camino, cuando se dirigía hacia el nevado, se encontró con un niño de raza blanca, casi de la misma edad que él, a quien le comento lo que sucedía y que estaba dispuesto a atravesar el nevado, para encontrar a su padre, o irse a cualquier otro lugar y no volver a pasar por lo mismo; entonces el niño le aconseja no hacerlo, además le ofrece algo de pan, compañía y ayuda en sus tareas de pastoreo e hilado de lanas; Marianito acepta y regresa a su cabaña, ya por la mañana va con sus ganados al lugar donde acordaron encontrarse, y juegan, conversan y cantan; y así fue durante mucho tiempo.
Fue por un vecino de la comarca, que, después de muchos meses, el padre de Marianito se entero de lo que sucedía, y, a pesar de ser anciano y estar enfermo, el padre de Marianito acudió a constatar tal hecho, al llegar al la cabaña, grande fue la sorpresa de solo encontrar a Marianito solo, y no así al hijo mayor, y le pregunto a su hijo todo lo que había pasado, este le conto que tenia un amiguito que le ayudaba a pastear el ganado y le proporcionaba pan todos los días después de encontrarse al pie del peñón; el padre quiso que Marianito averiguara el nombre y de donde era el niño que lo acompañaba. Es así que Marianito al encontrarse con su amiguito le pregunta de donde era, y este responde “De Tayankani”; y también le pregunta porque su ropa no envejecía y nunca se cambiaba, pero al día siguiente el niño aparece con el vestido roto, y le dice que no tenia otro para cambiarse, Marianito se ofrece a conseguirle uno nuevo, con misma tela de la de su anterior vestido, pero no había en esos lugares, así que Marianito encargando a sus animales, enrumba a Mahuayani, y le comenta todo a su padre, quien acepta comprarle la tela para hacer el vestido nuevo, así Marianito, marcha a Cusco para buscar la tela, llegando con el Obispo Monseñor Moscoso, quien lo envía a buscar al Párroco de Ocongate, Sacerdote Pedro de Landa; junto con una carta, en ella el Obispo instruye al Sacerdote a averiguar la procedencia de esta vestimenta, es así que el Sacerdote y una comitiva buscan sorprender a quien suponen es sacrílego, pues las prendas que vestía solo se usaban para Vestir imágenes religiosas; cuando por fin llegan cerca de la cabaña de Marianito, efectivamente ven al muchacho, pero acompañado de otro desconocido, quien despedía una luz refulgente por la cual los hombres no podían ver nada, fue entonces que el niño, huyo hacia la roquería, los hombres con el sacerdote a la cabeza lo rodean, este último, al extender las manos tocó un árbol de Tayankani, al levantar la mirada, ve que de el pende el cuerpo del Señor en momentos de agonía, con las llagas manando sangre y la vista hacia el cielo, por lo cual el sacerdote y toda su comitiva inclinan la cabeza pidiendo perdón por lo sucedido; mientras tanto Marianito que desesperado llega a ver la sangre y al no ver a su querido amigo, lo cree muerto por los perseguidores, no soportando esta situación Marianito fallece, al parecer por un paro cardiaco, que al parecer fue enterrado en ese mismo lugar, donde ya vueltos en si los hombres solo encontraron una madera de Tayankani en forma de cruz.

ORIGEN
El origen de la tradición ubica el mito en la década de 1780, cuando se le aparecía a un niño pastor quechua otro niño blanco y rubio que representaba a Jesús.
Según la tradición; Marianito Mayta, cansado de los abusos de su padre y de su hermano mayor, decide huir de su estancia, en el paraje del Sinak’ara al pie del Nevado de Qolqepunco, cercano al pueblo de Mahuayani. Cuando estaba dirigiéndose hacia el Nevado, caminando por esos desolados parajes se encontró con Manuelito, un niño de su misma edad, rubio y muy hermoso, que hablaba quechua igual que él y con quien entabló amistad. Ambos jugaban y cuidaban de los animales y se contaban sus penas en la soledad de las punas. Su alegría es inmensa; durante el día juegan, conversan amenamente, bailan y cantan (la tradición cuenta que era la danza del Puca Pacurizo o Wuayri Chuncho la que más les gustaba bailar a ambos); pero siempre apacentando los ganados e hilando.

PEREGRINAJE AL SANTUARIO
 En la peregrinación al santuario del Señor de Qoyllorit’i (Señor de la Estrella de Nieve) se mezclan elementos procedentes del catolicismo y del culto rendido a los dioses prehispánicos. Esta peregrinación comienza cincuenta ocho días después de la celebración del Domingo de la Pascua de Resurrección, cuando unas 90.000 personas de los alrededores de Cusco se ponen en marcha hacia el santuario, situado en la hondonada del Sinakara. La muchedumbre de peregrinos se divide en ocho “naciones”, correspondientes a sus pueblos de origen: Paucartambo, Quispicanchi, Canchis, Acomayo, Paruro, Tawantinsuyo, Anta y Urubamba. La peregrinación comprende procesiones con cruces que suben a la cumbre nevada de la montaña para luego descender, y también una procesión de veinticuatro horas de duración en la que la nación Paucartambo y la nación Quispicanchi llevan al pueblo de Tayancani las imágenes la Virgen Dolorosa y del Señor de Tayancani, a fin de celebrar la aparición de los primeros rayos del sol. La danza desempeña un papel fundamental en la peregrinación y se llegan a ejecutar unos cien bailes diferentes, representativos de las diferentes naciones. El Consejo de Naciones Peregrinas y la Hermandad del Señor de Qoyllurit’i organizan las actividades de la peregrinación, establecen sus reglas y códigos de conducta, y proporcionan la comida necesaria. Del mantenimiento del orden se encargan los ''pablitos'' o ''pabluchas'', personajes vestidos con prendas de alpaca que llevan máscaras de animales tejidas con lana. La peregrinación abarca una gran variedad de expresiones culturales y ofrece un lugar de encuentro a comunidades asentadas a distintas alturas de la Cordillera de los Andes que se dedican a actividades económicas diferentes.

Existencia:
Existe una particularidad, la presencia de los “Pabluchas” que son unos personajes míticos, vigilantes del Señor, encargados de poner el orden y la disciplina durante los actos litúrgicos, así como los celadores que también llevan un látigo y están a la expectativa de cualquier anomalía que pueda entorpecer la festividad. Se realiza el mercado o juego de “alasitas” (juego de ilusiones), compra de una casa, autos, ganados, títulos profesionales, celebración de matrimonios, y objetos en miniatura con dinero de juguete, luego son bendecidos. Realizan también las “apachetas” (montones de piedra colocados por los devotos, simboliza el pecado).






































2 comentarios:

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