La Festividad de
Qoyllorit’i es monumental porque congrega a miles de personas de todas las
sierras del sur, además del Cusco. Para ellos el peregrinaje es obligatorio por
lo menos una vez en la vida (que mejor si son tres). Qoyllorit’i es un
Santuario ubicado en el Paraje de Sinak’ara, en el distrito de Ocongate,
provincia de Quispicanchis, Región Cusco, a una altura cercana a los 5.000
m.s.n.m.
CREENCIAS
Los pobladores del
distrito de Ocongate (Quispicanchis), en el departamento de Cusco, realizan un
rito cuyo símbolo externo es la imagen de Cristo, pero su objeto de fondo es la
integración del hombre con la naturaleza.
El ritual, asociado
con la fertilidad de la tierra y con la adoración a los Apus (cerros, dioses
tutelares), forma parte de una de las fiestas de naciones indígenas más grande
de América. La ceremonia principal se realiza al pie del nevado Ausangate, el
ritual consiste en una peregrinación de pastores, comerciantes y curiosos que
se reúnen en el santuario de Sinak’ara. Según la creencia, el Niño Jesús,
disfrazado de pastorcito, se le apareció a un niño indígena, Marianito Mayta, y
ambos se convirtieron en amigos. Cuando los padres los encontraron vestidos de
ricos atavíos avisaron al párroco del lugar, Pedro de Landa, quien intentó
capturarlo pero sin éxito, pues en el lugar del Niño apareció una piedra.
Marianito murió de inmediato y la imagen del Señor de Qoyllor Ri’ti se fijó
sobre la roca.
HISTORIA
La historia del
Taytacha de QOYLLORRITY comienza en los años 1780 aproximadamente, en la
localidad de MAHUYANI del Distrito de Ocongate, donde vivía una familia de
apellido MAYTA, quienes tenían 2 hijos, el primero de ellos de 18 a 20 años de
edad, y el menor de 12 a 14 años, este último llamado Mariano, quienes
apacentaban sus ganados y además vivían solos en la cabaña situada en la hoyada
de Sinak´ara, al pie del nevado de Qolqepunco; conforme pasaba el tiempo, el
hermano mayor abandonaba continuamente a Marianito, es por ello que él decide
ir a comunicar tal situación a su padre en Mahuayani, pero cuando iba por medio
camino, su hermano lo encontraba y lo regañaba, además de acusarlo de
desobediente y ocioso, con su padre, por lo que Marianito era regañado y
volvían a la cabaña, pero la historia se repetía, y volvía a dejarlo solo, es
cuando Mariano decide transmontar el nevado para que su hermano no lo encuentre
a medio camino, cuando se dirigía hacia el nevado, se encontró con un niño de raza
blanca, casi de la misma edad que él, a quien le comento lo que sucedía y que
estaba dispuesto a atravesar el nevado, para encontrar a su padre, o irse a
cualquier otro lugar y no volver a pasar por lo mismo; entonces el niño le
aconseja no hacerlo, además le ofrece algo de pan, compañía y ayuda en sus
tareas de pastoreo e hilado de lanas; Marianito acepta y regresa a su cabaña,
ya por la mañana va con sus ganados al lugar donde acordaron encontrarse, y
juegan, conversan y cantan; y así fue durante mucho tiempo.
Fue por un vecino de la comarca, que, después de muchos meses, el padre de Marianito se entero de lo que sucedía, y, a pesar de ser anciano y estar enfermo, el padre de Marianito acudió a constatar tal hecho, al llegar al la cabaña, grande fue la sorpresa de solo encontrar a Marianito solo, y no así al hijo mayor, y le pregunto a su hijo todo lo que había pasado, este le conto que tenia un amiguito que le ayudaba a pastear el ganado y le proporcionaba pan todos los días después de encontrarse al pie del peñón; el padre quiso que Marianito averiguara el nombre y de donde era el niño que lo acompañaba. Es así que Marianito al encontrarse con su amiguito le pregunta de donde era, y este responde “De Tayankani”; y también le pregunta porque su ropa no envejecía y nunca se cambiaba, pero al día siguiente el niño aparece con el vestido roto, y le dice que no tenia otro para cambiarse, Marianito se ofrece a conseguirle uno nuevo, con misma tela de la de su anterior vestido, pero no había en esos lugares, así que Marianito encargando a sus animales, enrumba a Mahuayani, y le comenta todo a su padre, quien acepta comprarle la tela para hacer el vestido nuevo, así Marianito, marcha a Cusco para buscar la tela, llegando con el Obispo Monseñor Moscoso, quien lo envía a buscar al Párroco de Ocongate, Sacerdote Pedro de Landa; junto con una carta, en ella el Obispo instruye al Sacerdote a averiguar la procedencia de esta vestimenta, es así que el Sacerdote y una comitiva buscan sorprender a quien suponen es sacrílego, pues las prendas que vestía solo se usaban para Vestir imágenes religiosas; cuando por fin llegan cerca de la cabaña de Marianito, efectivamente ven al muchacho, pero acompañado de otro desconocido, quien despedía una luz refulgente por la cual los hombres no podían ver nada, fue entonces que el niño, huyo hacia la roquería, los hombres con el sacerdote a la cabeza lo rodean, este último, al extender las manos tocó un árbol de Tayankani, al levantar la mirada, ve que de el pende el cuerpo del Señor en momentos de agonía, con las llagas manando sangre y la vista hacia el cielo, por lo cual el sacerdote y toda su comitiva inclinan la cabeza pidiendo perdón por lo sucedido; mientras tanto Marianito que desesperado llega a ver la sangre y al no ver a su querido amigo, lo cree muerto por los perseguidores, no soportando esta situación Marianito fallece, al parecer por un paro cardiaco, que al parecer fue enterrado en ese mismo lugar, donde ya vueltos en si los hombres solo encontraron una madera de Tayankani en forma de cruz.
Fue por un vecino de la comarca, que, después de muchos meses, el padre de Marianito se entero de lo que sucedía, y, a pesar de ser anciano y estar enfermo, el padre de Marianito acudió a constatar tal hecho, al llegar al la cabaña, grande fue la sorpresa de solo encontrar a Marianito solo, y no así al hijo mayor, y le pregunto a su hijo todo lo que había pasado, este le conto que tenia un amiguito que le ayudaba a pastear el ganado y le proporcionaba pan todos los días después de encontrarse al pie del peñón; el padre quiso que Marianito averiguara el nombre y de donde era el niño que lo acompañaba. Es así que Marianito al encontrarse con su amiguito le pregunta de donde era, y este responde “De Tayankani”; y también le pregunta porque su ropa no envejecía y nunca se cambiaba, pero al día siguiente el niño aparece con el vestido roto, y le dice que no tenia otro para cambiarse, Marianito se ofrece a conseguirle uno nuevo, con misma tela de la de su anterior vestido, pero no había en esos lugares, así que Marianito encargando a sus animales, enrumba a Mahuayani, y le comenta todo a su padre, quien acepta comprarle la tela para hacer el vestido nuevo, así Marianito, marcha a Cusco para buscar la tela, llegando con el Obispo Monseñor Moscoso, quien lo envía a buscar al Párroco de Ocongate, Sacerdote Pedro de Landa; junto con una carta, en ella el Obispo instruye al Sacerdote a averiguar la procedencia de esta vestimenta, es así que el Sacerdote y una comitiva buscan sorprender a quien suponen es sacrílego, pues las prendas que vestía solo se usaban para Vestir imágenes religiosas; cuando por fin llegan cerca de la cabaña de Marianito, efectivamente ven al muchacho, pero acompañado de otro desconocido, quien despedía una luz refulgente por la cual los hombres no podían ver nada, fue entonces que el niño, huyo hacia la roquería, los hombres con el sacerdote a la cabeza lo rodean, este último, al extender las manos tocó un árbol de Tayankani, al levantar la mirada, ve que de el pende el cuerpo del Señor en momentos de agonía, con las llagas manando sangre y la vista hacia el cielo, por lo cual el sacerdote y toda su comitiva inclinan la cabeza pidiendo perdón por lo sucedido; mientras tanto Marianito que desesperado llega a ver la sangre y al no ver a su querido amigo, lo cree muerto por los perseguidores, no soportando esta situación Marianito fallece, al parecer por un paro cardiaco, que al parecer fue enterrado en ese mismo lugar, donde ya vueltos en si los hombres solo encontraron una madera de Tayankani en forma de cruz.
ORIGEN
El origen de la
tradición ubica el mito en la década de 1780, cuando se le aparecía a un niño
pastor quechua otro niño blanco y rubio que representaba a Jesús.
Según la tradición;
Marianito Mayta, cansado de los abusos de su padre y de su hermano mayor,
decide huir de su estancia, en el paraje del Sinak’ara al pie del Nevado de
Qolqepunco, cercano al pueblo de Mahuayani. Cuando estaba dirigiéndose hacia el
Nevado, caminando por esos desolados parajes se encontró con Manuelito, un niño
de su misma edad, rubio y muy hermoso, que hablaba quechua igual que él y con
quien entabló amistad. Ambos jugaban y cuidaban de los animales y se contaban
sus penas en la soledad de las punas. Su alegría es inmensa; durante el día
juegan, conversan amenamente, bailan y cantan (la tradición cuenta que era la
danza del Puca Pacurizo o Wuayri Chuncho la que más les gustaba bailar a
ambos); pero siempre apacentando los ganados e hilando.
PEREGRINAJE AL
SANTUARIO
En la peregrinación al santuario del Señor de
Qoyllorit’i (Señor de la Estrella de Nieve) se mezclan elementos procedentes
del catolicismo y del culto rendido a los dioses prehispánicos. Esta
peregrinación comienza cincuenta ocho días después de la celebración del
Domingo de la Pascua de Resurrección, cuando unas 90.000 personas de los
alrededores de Cusco se ponen en marcha hacia el santuario, situado en la
hondonada del Sinakara. La muchedumbre de peregrinos se divide en ocho
“naciones”, correspondientes a sus pueblos de origen: Paucartambo,
Quispicanchi, Canchis, Acomayo, Paruro, Tawantinsuyo, Anta y Urubamba. La peregrinación
comprende procesiones con cruces que suben a la cumbre nevada de la montaña
para luego descender, y también una procesión de veinticuatro horas de duración
en la que la nación Paucartambo y la nación Quispicanchi llevan al pueblo de
Tayancani las imágenes la Virgen Dolorosa y del Señor de Tayancani, a fin de
celebrar la aparición de los primeros rayos del sol. La danza desempeña un
papel fundamental en la peregrinación y se llegan a ejecutar unos cien bailes
diferentes, representativos de las diferentes naciones. El Consejo de Naciones
Peregrinas y la Hermandad del Señor de Qoyllurit’i organizan las actividades de
la peregrinación, establecen sus reglas y códigos de conducta, y proporcionan
la comida necesaria. Del mantenimiento del orden se encargan los ''pablitos'' o
''pabluchas'', personajes vestidos con prendas de alpaca que llevan máscaras de
animales tejidas con lana. La peregrinación abarca una gran variedad de
expresiones culturales y ofrece un lugar de encuentro a comunidades asentadas a
distintas alturas de la Cordillera de los Andes que se dedican a actividades
económicas diferentes.
Existencia:
Existe una
particularidad, la presencia de los “Pabluchas” que son unos personajes
míticos, vigilantes del Señor, encargados de poner el orden y la disciplina
durante los actos litúrgicos, así como los celadores que también
llevan un látigo y están a la expectativa de cualquier anomalía que pueda
entorpecer la festividad. Se realiza el mercado o juego de “alasitas” (juego de
ilusiones), compra de una casa, autos, ganados, títulos profesionales,
celebración de matrimonios, y objetos en miniatura con dinero de juguete, luego
son bendecidos. Realizan también las “apachetas” (montones de piedra colocados
por los devotos, simboliza el pecado).
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